Iron Bike

Texto: Fernando César

Iron Bike: “Peligrosa, desafiante como las montañas que atraviesa, áspera como la rectitud de una organización poco inclinada a la diplomacia. Hipnótica, como la mirada de un animal salvaje”

Escribí eso en la crónica de mi accidentada participación de 2017. El año en que comenzó mi apasionada relación con la “Carrera de MTB más peligrosa del mundo”.

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Me gusta decir peligrosa y no dura, que la dureza es relativa y varía según la perspectiva de cada cual. Peligrosa, porque lo es como ninguna y para todos. Un peligro imponente que vive en la cumbre de los Alpes y se desliza por sus laderas. Laderas sin apenas sendero en el que cobijarse, un constante baile de piedras y sorpresas en perfiles del 30% que en Iron Bike reciben el nombre, por ejemplo, de “descenso del Bellino”. Sin más.

Peligro. Un peligro que se resume en esa poética e hipnótica “mirada de un animal salvaje” que por veces te hiela, te asombra, te asusta, te obliga a decidir.

Peligro. Existe, aunque no verás carteles que lo anuncien porque es inherente a toda la naturaleza del recorrido (esto es Iron, colega) y esa es una de las claves donde radica la fascinación que ejercerá sobre ti.

Máxima exigencia

IB es la prueba que no te da un respiro, donde no puedes dar nada por seguro. Donde el último día, en el último descenso, cuando ya casi acaricias la recompensa de la meta, puede destruirte sin avisar, porque así son los dioses de Iron Bike. No son justos, no son piadosos, no atienden súplicas, ni aceptan el más mínimo error.

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El lugar donde todas tus certezas se tambalean. No eras tan bueno bajando, ni tan duro subiendo, ni tan fuerte mentalmente. Has aceptado una intensa instrucción de 8 días en la más exigente universidad del MTB: Iron Bike.

8 días de clase que comienzan con un prólogo que en algunas pruebas sería la etapa reina.

8 días donde tendrás que evaluarte en todas las variantes y disciplinas del MTB. Maratón, con ascensos por encima de los 2 mil, 2.500 o 3.000 metros.

Descensos, en todas sus posibilidades, de la más leve a la más extrema. Down Hill, Enduro, Mega Avalancha, senderos, piedras, senderos con piedras, piedras sin sendero… sobre la bici, con ella a la espalda o volando sobre ella.

Etapas divididas en segmentos especiales. Puntos de bonificación, de penalización. Tiempo impuesto, tiempo de corte, tiempo límite. Tiempo, tiempo. No puedes dudar.

En el exigente juego del MTB, Iron Bike es la última pantalla, el monstruo final. La gran aventura que debes superar para alcanzar la cumbre.

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En un momento con tantas pruebas vendidas como aventuras extremas que en realidad no pasan de escenarios perfectamente controlados y coreografiados, la rústica, dura, áspera realidad de IB representa un desafío sin igual.

Cumbres de los Alpes, campamentos de altura sacudidos por la lluvia y el viento, cambios de hasta 40o de temperatura en apenas horas, ambiente montañero, compañerismo y lazos de hermandad que no evitan episodios de individualidad y egoísmo propios de aquellos lugares donde la primera ley es sobrevivir.

IB es exigente, extrema, peligrosa. Senderos técnicos con precipicios a tu izquierda que deberás trazar sin dudar… o apartarte hasta quedar el último.

Satisfacción personal

Último, en IB como en ninguna otra prueba mundial puedes sentir lo que es ser último. Creo que todos los corredores de Iron, sin importar su lugar en la clasificación han sabido lo que es cerrar una etapa. Oir la moto escoba como una amenaza, no como un apoyo, “Lo que queda es aún más duro, deberías abandonar ahora, más tarde será complicado”. Esto es Iron.

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Helicóptero, un convoy de ambulancias y motos de seguridad. Un espectacular médico que pasa en moto a tu lado a toda velocidad y te aplaude porque has hecho un descenso al límite. No, no va a decirte que tengas cuidado, porque la gente que va a Iron sabe cuidarse. Si has venido es porque eres bueno, completo, duro. El médico lo da por hecho y disfruta cuando ve a alguien exprimir la prueba en todas sus posibilidades.

“Doctor, me duele el hombro que me rompí en Sampeyre”, “¿En Sampeyre? ¿Qué año fue? ¡ah! Eres uno de los del año pasado, ya me acuerdo. Mira, podemos reforzarlo y darte un calmante ¿lo quieres fuerte o leve? Pero tranquilo, no te preocupes, que mañana sales seguro”.

Sales seguro. Si buscabas complicidad para enterrarte en la autocompasión y poder así quedarte en la tienda, con una excusa que le salve, no deberías haberte apuntado a Iron.

En Iron se da por sentado que siempre, incluso con una pierna rota, hay que analizar las posibilidades que te permitirían seguir en carrera. Porque eso es lo que ocurriría en el Rally Dakar, la prueba a la que más se parece, o en los míticos Camel Trophy o Gauloisses… analizar las posibilidades para que puedas continuar. Te lo he dicho, esto es Iron, colega. Nadie viene hasta aquí para retirarse, aunque a muchos no les quede más remedio. Muchos, más del 50% cada año.

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Recordando 2018

En la espectacular edición de 2018, la que conmemoraba el 25 aniversario, pude ver cómo los grandes respetaban esa filosofía. Milton Ramos imperial señor de aquellas montañas, tuvo que pelear duro con un debutante de clase mundial como Brandán Márquez que lo llevó al límite ganándole incluso alguna etapa. Llibert Mill, espectacular, revolucionó las jornadas jugando siempre al ataque. Joseba Albizu, sólido, con mucha cabeza y con un rendimiento impresionante en etapas como la del durísimo ascenso al Monte Chaberton… Elías Van Hoeydonck o Albert Roca, siempre atentos y a un nivel fuera de serie. Una prueba gigante desafía a atletas gigantes. Sin más.

La élite de la distancia ultra-maratón acelerando por las cumbres de los Alpes. Espectáculo grandioso.

Aunque el espectáculo no se limitó a esos nombres, porque Iron da protagonismo a tantos como cada especialidad exige, como horas tienen sus largos días. Así vimos volar a Marius Alsius Vives por los 4 mil escalones del mítico Fenestrelle, fueron apenas 7 minutos para él, 7… ¡apenas 7! perseguido por su majestad Luke Harrison, que nos iba dando clases de técnica en cada descenso ¡y sin perder la sonrisa!

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¿Más protagonistas? Tantos como corredores, porque todos esconden en su mochila mil historias.

Al tiempo que dos super atletas como Milton y Brandán peleaban por la victoria, Raffaele Verzella a sus 62 años completaba con su elegante equipación blanca otro Iron Bike y van tantos como ediciones ¿De qué planeta viniste?

Raffaele cuenta anécdotas mientras subimos a un refugio de altura, lo hacemos ya fuera de crono y una vez concluida una durísima etapa de más de 100km y obligatoriamente pedaleando. Subimos esos 25 extra bajo un temporal que, en los Alpes y a más de 1500 metros, juega con rayos sobre nuestras cabezas.

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Roberto Pena y yo nos miramos cada vez que zurran truenos, algunos lo hacen con tantísima fuerza que vibran en nuestra sangre. Roberto está haciendo un Iron espectacular, pero su casco es una invitación a que la naturaleza lo utilice de pararrayos. Cae un rayo y otro y otro. Yo finjo una pájara y me alejo un poco. Es un gran tipo, pero el mal de altura me vuelve muy egoísta.

Raffaele ignora el temporal y nos habla sobre aquella vez que el helicóptero se aproximó tanto a una ladera que sus aspas tocaron tierra “haciendo saltar un diluvio de piedras y llevando al helicóptero a estrellarse contra el suelo”, “El piloto salió como pudo, verificó que estaba entero y gritó ¡soy un inmortal!”.

¡¡A por más!!

Nos reímos con ganas mientras un trueno volvía a alcanzarme el tuétano con un brutal martillazo.

“A esto hemos venido Roberto, para tener una buena historia que recordar”, pensé.

Pero no lo dije. No es Iron un lugar para ponerse estupendo con profundas reflexiones y menos con un tipo que lo está haciendo mejor que tú.

Ahí, nuestras tiendas son sacudidas por el viento frío de los Alpes. Aquí, dentro del refugio de montaña me siento a cenar con mi buen amigo Massimo Alfero, uno de los mecánicos.

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Massimo podría hablar sin parar de míticas pruebas en África, de desafíos que se esconden detrás de doscientas montañas; podría hacerme callar con anécdotas coloridas sobre estepas mongolas que tan bien conoce, pero no lo hace.

Bromea sobre el tiempo y pregunta ¿estás bien? Y le digo que sí y sonrío. Porque esto Iron Bike, colega, nadie viene hasta la Universidad del MTB para lamentarse. O sí, pero tampoco serviría de mucho.
IB2019 ya tiene fecha en el calendario y no hay dos sin tres.

«Venid amigos, venid.
No es tarde para buscar un mundo nuevo
y, aunque ya no tengamos
la fuerza que antaño movió cielos y tierra, somos lo que somos:
un mismo temple de corazones heroicos,
debilitados por el tiempo, pero voluntariosos para luchar, buscar y encontrar, y no rendirse”

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