
El festival lo completaron Marco A. Prieto y Cástor González con sendos bronces en 40-44 y 45-49 años.
Bruno Prieto, Campeón del Mundo de Ciclocross Master.
Fotos cortesía: Marco A. Prieto y MMR.
El asturiano lo hizo en la categoría de 35-39 años. Es el segundo español en conseguirlo tras el vasco Iñaki Vijandi.
Desde 1996 el ciclocross español no sabía lo que era subir a un podio en un Mundial ni en un Europeo de la especialidad. Ni siquiera en la categoría máster. En aquella ocasión, un juvenil llamado Gaizka Lejarreta lograba una plata histórica en Montreuil (Francia), la cuarta en el palmarés histórico, tras el oro de Vijandi en juveniles, la plata de Jokin Mújika en esa misma categoría y la plata de José María Basualdo en aficionados. Desde que se celebra la cita mundialista para los más mayores ha sido en ellas donde más se han rondado las preseas, pero no había manera de conseguirlo. Ha sido la localidad suiza de Gossau la que ha roto un maleficio que parecía perpetuarse en nuestro ciclismo. Y se rompió por partida triple y con aroma asturiano. Sinceramente, no es exagerado. Es historia.
El año pasado Gossau, localidad cercana a Zurich, acogió por primera vez unos mundiales máster de ciclocross, sucediendo a la estadounidense Louisville (Kentucky). Y allí fue un servidor con dos madrileños, José Simaes y Borja Bergareche, con la intención de buscar la sorpresa y traerse una medalla, cosa que no se consiguió, al igual que en otras ocasiones. Allí coincidimos con Marco Antonio Prieto y su hermano Bruno, que también iban a tomar parte en los mundiales con intención de acabar lo más alto posible y, si se cruzaban los astros, tocar “chapa”, pero tampoco iba a ser esta vez. Para esta edición de 2015 fueron cinco españoles, todos ellos asturianos, los que acudieron a esta peculiar villa helvética con el objetivo de buscar romper el mencionado y ya endémico maleficio.
Sinceramente, yo no me imaginaba que fuera a ocurrir lo que finalmente sucedió. Las medallas me parecían algo muy complicado. Y como mucho veía a Marco A. Prieto luchando por ellas y a Daniel Alonso entrando en el top-ten. Tenía, por supuesto, reservas con Cástor, Bruno y Alves, ya que eran debutantes y cualquier actuación que se marcaran la acabaríamos dando por válida. Menos mal que me equivoqué. Desde las 9 de la mañana hasta bien entrada las dos de la tarde asistimos a una sucesión de alegrías, sorpresas y sobresaltos. Nada menos que tres medallas se colocaban en el cuello estos “locos asturianos”, comenzando por el bronce de Cástor, continuando con otro tercer puesto del eterno Marco y finalizando con la apoteosis del oro y el arco iris del controvertido Bruno.
Nunca había conseguido este país una medalla en unos mundiales máster. Eso sí, se había rondado y rozado, con cuartos puestos de José Rodríguez “Tami” y del propio Marco A. Prieto, quintos de los gallegos Guillermo Álvarez “Mito” y María del Carmen Armada o del madrileño José Simaes, y otros puestos destacados con gente como Manuel González Ojea o José Lorenzo Esteban, entre otros. Pero no había manera de conseguirlo. En Louisville, en 2012 y 2013 tanto Tami como Marco se quedaban a un paso en el hielo yankee. Pero esto se acabó por tierras suizas. No es fácil conseguir una medalla. Compiten menos que en juniors, elites o féminas, pero los que lo hacen son todos con un nivel muy alto. Y hay que ponderar y valorar estos logros en su justa medida.
Cástor y Marco comienzan a “liarla parda”.
El sábado arrancaban los mundiales pero en ninguna de las categorías en juego había presencia española. Sin embargo, los cinco asturianos ya habían arrivado a Gossau varios días antes para inspeccionar un trazado que iba a ser distinto al que se encontraron el año anterior en esas mismas campas. Si bien es verdad que en esencia era el mismo (largas rectas, tramos muy embarrados y muy pesados, poca exigencia técnica y ambiente helador), algunos cambios iban a beneficiar a los nuestros, con zonas modificadas, como la bajada, ahora menos peligrosa, y con un barro menos embozado y más líquido, que se traducía en más tramos ciclables y menos machacones. A decir verdad, la nieve caída en los albores de 2015 había sido la causante de estos “desajustes”. Incluso el circuito fue recortado con respecto a 2014, quedándose en unos 2.500 metros.
La mañana del domingo no comenzó bien y nada hacía presagiar que la tónica fuera a ser distinta, dados los palos que se han recibido en anteriores mundiales. El vigente campeón de la Copa de España de máster 50 y patrón máximo de MMR, Daniel Alonso, era el primero en tomar parte, dentro de la categoría de 50-54 años. Duró apenas una vuelta, confirmando que no tenía buenas sensaciones y que el circuito no le iba nada. Optó por retirarse y guardar fuerzas para los nacionales de Gijón. En esta categoría el oro iba a parar a manos de uno de los favoritos, el británico Philip Roach, que superó a los belgas Guido Verhagen y Hans Wuyts por apenas un puñado de segundos.
El siguiente en tomar parte iba a ser un debutante. Cástor González competía en la categoría de 45-49 y se acabó convirtiendo en el primer medallista máster en un mundial de la historia del ciclocross español. El asturiano incluso pudo haber luchado por el oro ante el francés David Pagnier y el alemán Ralph Berner (a la postre, oro y plata, respectivamente), pero una caída inoportuna le alejó de semejante hazaña. Así contaba a PlanetMTB los detalles de su gesta y sus sensaciones ya con la medalla colgada de su cuello y acompañado de su inseparable media naranja, Aida Nuño:
“Fue una pena la caída por una placa de hielo. Reventé la maneta de piñones y se me fueron los dos primeros. Fue precisamente la carrera más rápida de todas. Pese a no salir en parrilla me coloqué bien en la primera curva y en media vuelta ya rodaba tercero, viendo muy de cerca al primero y al segundo. En una zona de mucho barro me bajé y se me fueron. Después, en el siguiente tramo apreté, con el inconveniente de perder el control de la bici por la placa de hielo comentada. Afortunadamente, estaba cerca el box, aunque me quedé con una bici menos para seguir compitiendo. Así que las dos últimas vueltas crucé los dedos, apretando lo justo para asegurar y cuidar la mecánica. Tuve en general unas sensaciones muy buenas y puedo decir que el objetivo del año lo he conseguido”.
Sin tiempo de digerir el éxito se daba la salida a la manga para la categoría máster con edades comprendidas entre 40 y 44 años. Y segundo alegrón de la jornada. Con un bronce merecido e histórico para Marco A. Prieto. El destino zanjaba por fin una deuda que mantenía con el ovetense, tantas veces disparando al palo, tantas veces jugándose el tipo para finalmente no lograr una medalla que debía ser el mejor colofón a toda una vida dedicada por amor al barro, a la pasión por el ciclocross. Es, para quien escribe, la medalla que más alegría ha causado. Ver a Marco competir desde que era elite y verle luchar año a año, hacer toda la temporada entera, viajando a miles de kilómetros de distancia, Valencia, Mol, Louisville, Gossau… y por fin una medalla, un justo premio y una liberación. Nunca la justicia fue más justa, valga el juego de palabras. Y éstas fueron sus declaraciones tras la carrera:
“Este año el circuito estaba más ciclable y menos pesado, aún así había bastante barro. Con respecto al año pasado decidí bajar presiones, poniendo en 1.3 y 1.1 en cada una y me ha salido bien la apuesta. He conseguido superar a tres de los cuatro rivales que me ganaron en 2014. Salí muy bien, colocándome primero en el asfalto, pero al entrar en la campa, en la primera curva me comí varios enganchones y en la bajada casi me estampo, descendiendo al décimo puesto, más o menos, y viéndolo mal… Pero al acabar la primera vuelta logré remontar hasta el cuarto puesto, peleándome con el suizo Schatti. Tanto Genthon como Folcarelli se me fueron y mantuve a raya al alemán Danowski, al que aventajaba en unos veinte segundos. En la última vuelta me la redujo a una quincena, pero aguanté, cuidé la mecánica y logré el bronce. Es una gran y merecida recompensa tras años de dedicación a este deporte”.
En esta misma carrera participaba también José Alves, debutante en un mundial, y clasificándose en 19º lugar. Pero en la llegada parecía como si hubiera ganado él también, dando un abrazo sincero y gratificante a un Prieto que había llegado exhausto a la meta, apenas unos minutos antes. Alves afirmó en las redes sociales que finalizó “contento” de su actuación aunque esperaba rondar el “decimoquinto puesto”, es decir, unos puestos más arriba.
Apoteosis bañada en arco iris para Bruno Prieto.
La borrachera de alegrías alcanzó su clímax con una nueva medalla. Inesperada para un servidor, pero no tanto para un hermano. No es que fuera una presea más; era toda una medalla de oro, un título de campeón mundial. Bruno Prieto batía por apenas tres segundos al sueco Jens Westergren en la categoría de máster 35- 39, tras una carrera inmaculada, sin problemas mecánicos y pilotaje impecable. Marco lo había avisado: “Este circuito le viene a mi hermano de maravilla”. Bruno había tomado nota del año anterior. Su sangre fría y su gran conocimiento de la especialidad hizo el resto. El himno español iba a sonar por segunda vez en la historia del ciclocross nacional y él era el artífice, sucediendo al mítico campeón vasco, Iñaki Vijandi. Nada más cruzar la meta y aún jadeante, pero deslumbrado por el logro, contaba a PlanetMTB que:
“No acudí a Gossau muy contento. La semana pasada, durante el Campeonato de Asturias de Candás, se me cruzó una persona y me di un buen golpe, sobre todo en una rodilla, que la tengo aún hinchada. Salí el penúltimo, pero, la verdad, el circuito estaba para mi. Ya me di cuenta el año pasado, cuando observé que era de rectas largas, embarrado y de fuerza. Vamos, ideal. Así que a pesar de salir atrás fui remontando rápidamente, llegando al box durante la primera vuelta entre los 5 primeros. Fui muy bien en el barro y me quedé mano a mano con el sueco Westergren. En la última vuelta el me pasó en un tramo rápido, pero le dejé solo que cogiera unos metros. Al llegar a una de las zonas de más barro él insistió montado y yo apreté y apreté a pie, logrando unos metros decisivos. Estoy muy feliz. Esta temporada aposté por tomármelo más en serio, con cinco kilos menos de peso, cuidándome la alimentación al máximo. Además, conservamos bien la mecánica y ha salido todo bien, a pesar de no tenerlas todas conmigo por la rodilla maltrecha”.
Ha sido pues el “sueño” de Gossau. El fin de una era de sinsabores. Como cuando la selección española de fútbol ganaba la Europa de 2008 ante Alemania. Las comparaciones son odiosas, ya que una cosa no tiene nada que ver con la otra. Pero estos últimos quince años el ciclocross nacional ha progresado exponencialmente, como la fiebre del oro norteamericana. Y estos éxitos, aunque sea en las siempre discutidas categorías máster, demuestran que no somos tan malos ni mediocres en esto del ciclocross dentro del panorama internacional. Que sí, que aún nos sigue quedando la asignatura pendiente de las categorías absolutas, o como dicen los entendidos, “las que valen”. Pero, para empezar, que “les quiten lo bailao” a estos asturianos…
Los tres asturianos triunfadores.