Jokin Alberdi alcanzó en Torrelavega su tercer Campeonato de España

Fotos: Nieves RG

El gipuzkoano lideró desde el principio y no permitió la reacción de Feijoo y de Cullell.

Le viene bien que a Jokin Alberdi, deportivamente hablando, le hayan “untado el morro” esta temporada. Tanto Iván Feijoo como Jofre Cullell son dos ´miuras´ de cuidado a pesar de ser de primer año y le han elevado el nivel de exigencia al “rubio prodigioso” de Andoain. En Torrelavega confirmó que es muy bueno, que MMR ha trabajo bien mentalmente con él y que en Zolder tendrá una nueva oportunidad para lucirse como hizo la campaña pasada en Tabor. En cuanto a los cadetes, vivimos la confirmación de la potencia de pedalada de un Gonzalo Inguanzo que anduvo sublime en los Campeonatos, con un relevo decisivo para su selección y una carrera individual impecable, donde demostró que tiene los nervios de acero y una buena destreza técnica. Lo suficiente para controlar a su paisano Calzada y tener bajo su yugo a toda la armada vasca. Aún es un proyecto de ciclista, pero desde luego que para el barro reúne todas las cualidades necesarias para destacar en años venideros.

La última jornada del domingo amaneció con lluvia, de forma que el circuito diseñado por Isaac Suárez en El Patatal iba a estar muy similar al viernes, bastante resbaladizo y con una mayor exigencia tanto física como de pericia en la conducción. “Haz tu carrera y olvídate de los demás”, oía horas antes Jokin Alberdi de sus técnicos. Estaba ante la gran cita de la temporada y ya sabía el vasco que no iba a ser fácil, que en la Copa de España Feijoo y Cullell le habían tuteado y aquí todo lo que no fuera ganar sería un varapalo importante para sus aspiraciones. Así que cuando oyó la orden de salida no lo dudó ni un instante. Arrancó con fuerza acompañado de su compañero de equipo (que no de selección) Richard Brun y no miró para atrás. Feijoo trató de reaccionar mientras que Cullell pagaba una mala salida, llegando a irse al suelo tras el primer paso por boxes.

Antes de acabar la primera vuelta Alberdi veía el cielo más despejado, sobre todo cuando Brun se descolgaba y aventajaba ya en 16 segundos al macedano y en 20 al catalán. Brun bajaba al cuarto puesto y por detrás se formaba una amplia grupeta con los vascos Xabier Murias, Julen Latorre, Jon Polledo y Gontzal García, el catalán Pol Hernández y los valencianos Miguel Lloret y Adrián Aranda. Más lejos y ya sin opciones de nada circulaban Pablo Álvarez, Jon Ander Musitu e Ibai Arco. Durante la segunda vuelta se consolidaron las posiciones, con el barro haciendo estragos en la mayoría de los participantes y sólo Feijoo manteniendo el tira y afloja con Alberdi, ya que Cullell perdía también la estela del orensano, en una jornada aciaga para él. El momento culminante llegó mediado el tercer giro, cuando Feijoo se acercaba a sólo ocho segundos del gipuzkoano, pero cometía un fallo grave en una subida, cediendo ya un tiempo que iba a ser irrecuperable.

Brun por su parte veía amenazado su cuarto lugar por Murias y Polledo, que se estaban sintiendo bien navegando sobre el lodo torrelaveguense. Delante, Alberdi se centraba en no cometer fallos, cuidar la mecánica y sofocar cualquier intento de “rebelión” de un Feijoo que veía cada vez más lejos la posibilidad de acercarse al rojigualda. No hubo lugar a nada más. El “rubio prodigioso” arribaba a meta pletórico, con la moral por las nubes, bajándose de la bici y alzando su máquina al cielo cántabro. Había conseguido su tercer Campeonato de España consecutivo y apuntaba con ganas hacia el mundial de Zolder, donde tiene puesto el listón muy alto tras sus excelentes prestaciones en tierras checas hace apenas un año. Feijoo y Cullell completaban un podio esperado, aunque al aficionado le hubiera gustado una mayor igualdad en aras del espectáculo. Por último, señalar que Richard Brun sufrió una avería a poco más de una vuelta para acabar, que le supuso verse adelantado por Polledo y Latorre y terminaba finalmente sexto.

El cántabro Gonzalo Inguanzo, a lo grande

Hasta cierto punto, la carrera cadete en unos Campeonatos de España de ciclocross suele asemejarse a una lotería, eso sí, entre los buenos. En apenas media hora puede darse una locura, dada la falta de técnica, los nervios de algunos de ellos y los pecados de la juventud. Pero si alguna cosa ha demostrado Gonzalo Inguanzo durante estos meses de competición ciclocrossista es su sangre fría. Ganó la Copa de España sin tener que jugársela en la última carrera de Valencia y acudía a Torrelavega con ganas, ayudando de forma decisiva a su selección en el oro logrado en la prueba de relevos. Frente a él se situaba su paisano Saúl Calzada, el gallego Carlos Canal, el asturiano Sergio Palacio y la legión vasca liderada por los Calvo, Erasun, Llamosas, Arana y compañía.

Ni siquiera los problemas iniciales con sus zapatillas le alteraron lo suficiente. Había salido por delante como un sputnik su compañero de selección Saúl Calzada y él capeó el temporal con templanza situándose pronto junto a Jon Calvo en su persecución. Tras ellos se resistían a perder sus opciones Xabi Llamosas, Carlos Canal y Sergio Palacio, mientras que ya quedaban casi descartados para la pelea por las medallas un grupo intermedio con Aketza Arana, Asier Gallarreta, Haritz Erasun, Miquel López, Pau Costa y Mario Sampedro, entre otros. La segunda vuelta iba a decidir el oro, con Inguanzo pasando al ataque y Calzada perdiendo fuelle, a rueda de Calvo, y Llamosas soltando a Canal y a Palacio en la lucha por el cuarto puesto.

Cuando sonaba la campana de última vuelta Inguanzo inclinaba la balanza a su favor, afrontando los últimos 2.800 metros del circuito con quince segundos sobre Calvo y Calzada. El de Vicinay Cadenas tuvo aún arrestos para soltar a Calzada y salir en busca del de Isidoro San Justo, pero fue imposible. Gonzalo llegaba a meta ante el delirio de la parroquia local y, sin escrúpulos, se bajaba de su montura y cruzaba la meta andando, elevando su bici y asomando un rostro sonriente al que a veces cuesta sacar alguna que otra palabra. Cantabria comenzaba la última jornada de los nacionales por todo lo alto, y no sería la única alegría del domingo para los anfitriones.