
Un año más nos desplazamos a disfrutar de una de las mejores marchas de nuestro territorio en la localidad albaceteña de Riópar.
Planet Mtb en la XIII Marcha Calares del Río Mundo
Calares del Río Mundo
El pasado domingo 16 de Octubre se celebró la XIII Marcha Los Calares del Río Mundo en la localidad de Riópar, una pequeña población situada al sur de la provincia de Albacete, en la sierra del Segura, en pleno corazón del Parque Natural de los Calares del Río Mundo.
Fotos: Javier Valdelvira, Miki Roble Villarrobledo, Raquel. I, Sandra Vázquez Fotografía, Francisco Javier Martínez Conesa,Raquel Yeste
Como cada año me encontré con una localidad volcada con la prueba y con una ejemplar organización por parte del Club Btt Riópar que, una vez más, consigue superarse y no dejar indiferente a nadie.
La prueba y el recorrido
Esta prueba, que además de ser marcha también es competitiva, es la cuarta y última correspondiente al open XC Maratón de Castilla La Mancha. En total, más de 75 kilómetros plagados de sendas, trialeras y con un desnivel acumulado de 2500 metros.
Arrancamos a las 9 horas, con el frío en el cuerpo, desde la calle de los Jardines para subir a Fuente Grande. De ahí bajamos por una pista forestal hasta coger la carretera de Riópar Viejo y subir al Noguerón. Primer descenso técnico por el Puente de la Dehesa y desde allí, llegamos subiendo hasta la Fuente del Olmo en dirección al campamento de San Juan.
De nuevo nos encontramos con un ascenso por el Puerto del Arenal y un descenso técnico hasta el Hueco de los Chorros, donde nos encontramos con el primer avituallamiento. Siguiendo el precioso curso del Río Mundo llegamos al cruce de Mesones e iniciamos la imponente subida al calar, donde una vez arriba conseguí reponer fuerzas en el segundo avituallamiento, a la altura del alto Pinarón.
Una vez llegamos al pico Nevacico, alcanzamos el punto más alto de la prueba en el Calar del Río Mundo, donde el primer y la primera ciclista en llegar consiguieron el premio de la montaña. Desde aquí comenzamos el descenso por la senda de la Boquera, el punto más técnico de todo el recorrido. Una vez abajo, cruzamos el Río Mundo y llegamos al tercer avituallamiento.
De nuevo pasamos por el Puerto del Arenal en dirección al Puente de la Dehesa, donde encontramos el cuarto y último avituallamiento antes de llegar al alto Carrizal. Emprendimos una dura subida hasta el precioso e histórico poblado de Riópar Viejo, para continuar con una nueva bajada y afrontamos, finalmente, la última subida a Fuente Grande, ya dentro de la población.
El último descenso de los Calares del Río Mundo lo hicimos por el arenero hasta llegar al Conjunto Histórico de las Reales Fábricas de Bronce de San Juan de Alcaraz, llegando a la meta en el mismo punto desde donde arrancamos.
Avituallamientos
Un total de cuatro avituallamientos repartidos estratégicamente a lo largo del recorrido abastecieron a los 1200 participantes. Abundante fruta, pastelitos, gominolas, fruta deshidratada y todo tipo de bebidas hidratantes repusieron los necesitados depósitos de los ciclistas.
Otro punto positivo para la organización fue dotar de una pequeña asistencia mecánica en todos los puntos de avituallamiento. Herramientas, bombas de aire y aceite para las cadenas estuvieron a disposición de los participantes para completar la ruta con éxito.
Además de un concierto la noche del sábado para amenizar la fiesta previa a la prueba, no faltó una suculenta y reponedora comida de gazpacho manchego para ciclistas y voluntarios una vez terminado el recorrido.
Quiero hacer un especial llamamiento a todos aquellos ciclistas que, siendo tan hábiles para coger, abrir y comer barritas o geles en marcha, no entiendo como no muestran la misma habilidad para guardar el envoltorio en la parte posterior del maillot y así evitar la contaminación ambiental tan deseable en los tiempos que corren.
En nuestras manos queda cuidar la imagen que proyectamos al mundo y respetar el medio ambiente como muestra de agradecimiento en cada salida, marcha o competición que hagamos por el monte.
En primera persona
Una edición más me encontraba feliz y con muchas ganas de poder disfrutar del maravilloso recorrido por los calares del Río Mundo. Para mí, siempre es especial volver y reencontrarme con una mezcla de sensaciones únicas. Diversión, sorpresa, esfuerzo, sufrimiento y recompensa definen lo que siento cuando pienso en el día de la prueba.
Cada año me encuentro con una marcha que sabe reinventarse edición tras edición, con cambios en el recorrido que lo hacen diferente. Siempre con alguna dura y grata sorpresa en su parte final. Pasos por caudales, senderos cargados de curvas, piedras, barro y raíces son todos los ingredientes con los que nos encontramos a lo largo del recorrido.
Después de un año cargado de competiciones, conseguí alcanzar el único objetivo que me mueve a participar, y éste no es otro que disfrutar. En esta edición lo hice en compañía de mi padre, que desde tempranas horas me animó y amenizó el largo viaje hasta Riópar. Yo con mi bicicleta de montaña y él siguiendo la prueba desde fuera, con su bicicleta de carretera, en diferentes puntos del trazado. Ambos fuimos testigos del ambiente desenfadado y aventurero que se respira durante la prueba.
A diferencia de otros años, una vez superados los nervios típicos de la salida y el frío inicial, no encontré los tapones de otros años. Quizás porque la primera subida logró estirar el grupo y poner a cada ciclista en su sitio.
La primera subida a Fuente Grande logró activarme y así conseguí superar el frío inicial. Una vez coronado el primer alto anduve con ciclistas de similar nivel. Juntos amenizamos las subidas y disfrutamos de los descensos. Para mí fue importante parar en los tres primeros avituallamientos para reponer fuerzas y poder dosificar el esfuerzo hasta el final.
El punto de mayor sufrimiento y donde peor lo pasé, fue en la subida al calar. Un total de 12 kilómetros ascendentes que consiguieron ponerme a prueba física y mentalmente por unos fuertes dolores en la zona lumbar.
El descenso del calar me recuperó física y anímicamente a pesar de encontrar ciertos pasos técnicos, dificultados por la humedad de la piedra que nos hacía más complicados al estar el firme resbaladizo.
Gracias a la experiencia de haber participado en ediciones anteriores supe regularme en la parte final del recorrido. Calculé bien los tiempos de esfuerzo y pude administrar las fuerzas en las dos últimas grandes subidas a Riópar Viejo y a Fuente Grande.
Quiero hacer especial mención a voluntarios y acompañantes que no dejaron de animar y generar muy buen ambiente en infinidad de pasos por el recorrido. Para muchos ciclistas supone el cierre a una temporada cargada de competiciones. Por eso, la Marcha a los Calares del Río Mundo siempre consigue dejarme con buen sabor de boca y con ganas de volver en su próxima edición.