Rabia porque mi resultado podía haber sido aún mejor y satisfacción personal porque fui capaz de superar los imprevistos que fueron surgiendo.

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En Barajas comenzó la fiesta. Nada más ir al mostrador de Aegean Airlines para facturar mi bici nos dicen que el vuelo tiene overbooking y de momento no tenemos asientos, debemos esperar hasta que todos los pasajeros hayan entrado y ver si quedan plazas disponibles. Una vez en la puerta de embarque nos dimos cuenta que éramos un total de 10 personas los que estaban también en nuestra misma situación. Sin ofrecernos soluciones ni tampoco mucha educación nos quedamos esperando un milagro hasta el final del embarque. Finalizado el embarque comenzaron a llamar a personas de las que estábamos sin asiento. Un total de 9 nuevas tarjetas de embarque recién impresas para todos los pasajeros, menos para mí.  ¿Por qué? pues posiblemente porque les molestaba llevar mi bici hasta el avión, ya que el mismo azafato me reconoció que mi bici no estaba allí, lo cual me dejó bastante claro que ya habían decidido que sería yo la persona que no volaría. Intentando no perder los nervios y ser más educadas de lo que ellos lo estaban siendo conmigo, mis amigas me cedieron su sitio. Fue entonces cuando al verse en esta tesitura, el azafato entro en el avión y al salir me dijo que afortunadamente quedaban aún dos asientos libres y sí podría volar. Una vergüenza. Por supuesto, primero me aseguré que embarcarían mi bici.

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Una situación que me puso bastante nerviosa por la falta de profesionalidad y educación con la que me trataron por el hecho de viajar con una bicicleta. Aunque un poco cansada porque apenas pude dormir en el avión, llegamos a nuestro destino, recogimos mi bici y me tomé lo ocurrido como un reto más, aunque aún este no sería el único al que me enfrentaría a lo largo del fin de semana.

Recogimos nuestro coche de alquiler, camino al apartamento donde pasaríamos los siguientes 4 días y donde nos esperaba el resto de la expedición del Xterra Grecia.

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Puesto que habíamos volado de noche, la mejor opción ya que eran las 8 de la mañana era tomar un buen desayuno e ir a ver los circuitos lo antes posible para poder descansar un poco por la tarde. El día era extremadamente caluroso, o al menos eso me pareció a mí ya que en Madrid aún seguía lloviendo y nevando. Entre el cansancio y el calor decidí tomármelo con calma e ir disfrutando de las vistas que había a lo largo del recorrido de bici y carrera.

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El nado sería en la mar con salida desde la playa, la cual hoy sábado con más de 30 grados de temperatura estaba a reventar. Mañana calentaríamos para testar la zona y profundidad.

El circuito de bici era más duro que técnico, tenía varias zonas de senderos sin una complejidad técnica llamativa pero que ir rápido se hacía complicado. Las subidas en general eran por camino o pista más ancha caracterizados por terreno compacto con piedra suelta que no te permitían ponerte de pie demasiado tiempo ya que perdías tracción con facilidad. Casi en la totalidad de los 30 km del circuito de bici se podía ir viendo el mar, por lo que el sufrimiento en carrera sería más llevadero.

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El circuito de carrera a pie era bastante duro, resumiendo rápidamente tenía dos subidas técnicas y con mucho desnivel, que seguramente tocaría andar el día de la prueba, y posteriormente 2 bajadas algo menos técnicas y más rápidas.

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La clave estaría en la dosificación del esfuerzo y en el manejo del calor con una hidratación constante durante la carrera.

Con mi dorsal y la bolsa del corredor en mi poder, me había ganado un contundente plato de pasta y una buena siesta antes de asistir al briefting de carrera.

7 de la mañana desayunando, con todo preparado desde la noche anterior y con las pilas cargadas a tope, nos fuimos hacía boxes. Lo mejor estaba por llegar, no solo habían venido mis amigas a verme sino que mis padres también estaban allí. Aunque ellos se lo habían montado mucho mejor, después de un crucero por las islas griegas que mejor forma que culminar el viaje que viendo a su hija correr un Xterra en Grecia. Siempre que pueden, no fallan una, y es que han sido muchos años de competiciones juntos de piscina en piscina cuando yo nadaba.

NATACIÓN: Hice un buen nado, intenté no ser tan conservadora como en Malta y aprovechar esta disciplina. En el inicio de la segunda vuelta entre patadas y codazos de los nadadores cercanos, uno de ellos me golpeó tan fuerte en el pie que me dejó el chip colgando solo de una parte. Temerosa de perderlo en el agua, cedí unos segundos para comprobar si había riesgo de perderlo. Parecía que no e intenté engancharme de nuevo al grupo. Mientras salía corriendo dirección a por mi Cannondale, avisé a la organización de la situación de mi chip para que estuviesen atentos por si lo terminaba perdiendo. Salí del agua con un buen margen con respecto a mis rivales y con muchas ganas comencé la parte de bici.

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MTB: Rodaba en buena posición, incluso por delante de algunas triatletas profesionales gracias a la buena posta de natación que había hecho. El circuito se iba a hacer largo y duro pero iba mentalizada para ello y con ganas de intentar coger una buena rueda. Mantener la rueda de alguna PRO el máximo tiempo posible era ya un gran reto.

Pero a mitad de la primera vuelta, el gran reto estaba por llegar. Pinchazo, noto como el aire va saliendo pero sin parar intento que el líquido tubeless haga su función, tras unos segundos que me parecieron horas el aire dejó de salir pero había perdido demasiado presión y no podía continuar así una vuelta y medía más. Decidí parar y usar una de las dos bombonas de CO2 que llevaba con la mala suerte de que el adaptador de la bombona se había roto. Mientras muchas chicas me iban adelantando se me pasaron miles de cosas por la cabeza pero ninguna de ellas era abandonar. Intenté pedir una bomba pero nadie llevaba. Y de repente, me acordé que la noche anterior le había dado a Vanessa mi otro adaptador para el CO2. Una esperanza se abría, solamente tenía que esperar a que ella pasara. Y así fue, me dejó las herramientas y continuó su camino mientras yo intentaba poner solución para salir pedaleando de nuevo la más rápido posible.

Contenta por seguir nuevamente en carrera, intenté apaciguar mi rabia para pedalear, trazar, frenar, bajar y subir lo más fino y rápido posible. La entrada en boxes fue apoteósica, tenía allí a toda mi afición animándome. Qué más podía pedir. Ahora solo quedaban 10km corriendo, que después de que el abandono amenazara eso iba a ser pan comido.

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CARRERA A PIE: Empecé relajada y sabiendo que lo peor ya había pasado. Quedaban unos cuantos kilómetros duros pero me apetecía afrontarlos con ganas. Tuve una gran compañía durante algunos tramos de carrera, al menos en las dos subidas duras donde intenté andar lo más rápido que mis piernas podían se hacía más amenos tener a una amiga al lado.

Me sentí “cómoda” corriendo, incluso teniendo el chip golpeando el tobillo en cada pisada. Así que la entrada en meta y mi medalla de Finisher no me pudieron saber mejor.

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Un 2º puesto en categoría femenina 30-34 años que me sabe a victoria por haber terminado, superado los “problemas” y demostrarme una vez más que sigo fiel a mi lema de vida “NO HAY MAYOR RECOMPENSA QUE LA SATISFACCIÓN PERSONAL”.

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Gracias a mis padres que me han inculcado este amor por el deporte y lo disfrutan incluso más que yo, a mis amigas por hacer este viaje perfecto (incluidos todos los imprevistos) y a Vanessa y Adam por ser parte de nuestra locura Xterra.

A Cannodale por esta Scalpel que no se rinde nunca. A X-Sauce porque posiblemente el abandono hubiese sido realidad. A Inverse por vestirme con los colores de Planet Mtb incluso en los triatlones. A Catlike con sus cascos. A Hutchinson con sus cubiertas y en este caso también con sus valiosas bombonas de CO2. A Surbikes por el apoyo constante. Y a mi equipo Triatlón Carabanchel porque desde la distancia los siento cerca.

Ahora a disfrutar de Atenassssssss

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